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Foto del escritorAniAMI

Estudio parasha Ki Tetze

Versículo 1. Entonces fue vista en el primer cielo una gran señal: una mujer vestida del sol y la luna debajo de sus pies, y en su cabeza una corona de doce estrellas.


Es notorio que en Genesis 37:9-11 se entiende la figura del sol como Yaakob, la luna como su esposa y las estrellas como los hijos de Israel; por lo que esta mujer vestida del sol se puede identificar como la nación del pacto, Israel.


Versículo 4-5 Su cola, arrastrando la tercera parte de los meteoritos del cielo, los lanzó contra la tierra. El dragón entonces se apostó delante de la mujer que estaba a punto de dar a luz, a fin de tomar al hijo, tan pronto saliera, y devorarlo. Y dio a luz un hijo, marcado para gobernar a todas las naciones con absoluto dominio; pero su hijo fue arrebatado para Di-os, y su trono.


Este hijo varón que regirá con vara de hierro a las naciones (Sal 2:9; Apo 2:27) no es otro más que Ieshúa, el más noble hijo que Israel haya dado. Probablemente, el dragón tratando de devorar al hijo que habría de nacer sea una alusión a la matanza de niños que ocurrió en tiempos del rey Herodes cuando el Mesías Ieshúa nació.


Versículo 17 Entonces el dragón, parado sobre la arena del mar, se llenó de ira contra la mujer, y se fue a hacer guerra contra su descendencia


¿Cuáles son las marcas esenciales que los genuinos hijos de Israel poseen? Este versículo nos las da: ser observantes de los preceptos de la Torá y mantenerse fieles al testimonio del Mashíaj Iehoshúa. No basta solo contar con una, sino que es imprescindible que ambas estén presentes en la vida de alguien que desea ser aceptado por el Todopoderoso.

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