âEntonces ahora, hijos, Ăłiganme y presten atenciĂłn a las palabras de mi boca.â Proverbios (MishlĂ©) 7:24
âEntonces dijo Samuel: ÂżAcaso es deseo para el Eterno los holocaustos y sacrificios, como el obedecer la orden del Eterno? He aquĂ el OĂR (es preferible) que la ofrenda; y es mejor prestar atenciĂłn que el sebo de los carneros.â 1ÂȘ de Samuel (Shemuel) 15:22
El sistema auditivo es uno de los sentidos del ser humano mĂĄs sensibles, que captan todo un abanico de sonidos ambiente y de toda la creaciĂłn, los cuales son decodificados de una manera extrasensorial, ya que la dicotomĂa del factor humano logra no sĂłlo escuchar lo temporal de su entorno, sino lo atemporal de un mundo invisible que forma parte de su existencia. El hombre es la Ășnica criatura de toda la creaciĂłn que puede escuchar en este plano terrenal y tambiĂ©n en el espiritual.Â
Ahora bien, ÂżCĂłmo se produce la audiciĂłn? Para que se produzca la audiciĂłn, las ondas sonoras deben penetrar por el conducto auditivo hasta alcanzar el tĂmpano. En la cĂłclea, la energĂa mecĂĄnica de las señales acĂșsticas se transforma en impulsos elĂ©ctricos, que a travĂ©s del nervio acĂșstico son transformados a la regiĂłn temporal de la corteza cerebral donde son procesados. Por lo que podrĂa decirse que el Ăłrgano con el que en realidad escuchamos es el cerebro.
Una vez mĂĄs la voz del Eterno se pasea por los vetustos pasillos de nuestra santa Tora, que no deja de gritar a todo pulmĂłn y a los seis vientos la exquisita Bondad milenaria. El Saber ESCUCHAR en la Tora es uno de los dones mĂĄs elevados de comunicaciĂłn, ya que este nos permite conectar el mundo de arriba con el de abajo mediante el puente de Su Palabra que navega en las aguas de nuestra mente.
El Asofer HamaljutĂ nos refresca la memoria con la formula de rezo que nos enseñó nuestro Santo Ribi, Su Majestad electo YehoshĂșa Hamashiaj, cuando les dijo a sus discĂpulos; asĂ debĂ©is orar:Â
âPadre nuestro que estĂĄs en los cielos, santificado sea tu nombre, VENGA TU REINO, hĂĄgase tu voluntad AQUĂ en la TIERRA como en el CIELO...â Mateo (Mattityahu) 6:9-10
Dicho de otra manera; Ăl dice que tĂș puedes mover el CIELO desde aquĂ en la TIERRA, porque tomaste la decisiĂłn de ESCUCHAR LA VOZ DEL ETERNO; es decir, escuchar las palabras de Su boca y ponerlas en PRĂCTICA. En consecuencia, nuestra mente se activa como receptora de las aventuras narrativas de los mandamientos; de manera que lo que entra por el sistema auditivo va a posicionarse en nuestra mente y desde allĂ esta enviarĂĄ informaciĂłn, desde el puesto de comando, a todo el cuerpo.
ÂżY por quĂ© es tan importante que se quede Su palabra en nuestra mente? Porque la mente es como una torre de control que controla y dirige el trafico aĂ©reo; como una computadora central que controla todas las funciones del cuerpo, tales como: pensamientos, sentimientos, memoria, acciones, recuerdos, etc., todos nuestros movimientos son dirigidos desde la sala de control de nuestro cerebro. Su recorrido es a travĂ©s de la medula espinal donde se encuentran alojadas las emanaciones cĂłsmicas, las diez Sefirot: Keter, BinĂĄ, JojmĂĄ, GeburĂĄ, Jesed, Tiferet, Hod, Netzaj, Jesod y Maljut; donde se aloja el Ruaj HaKodesh que desciende por la espalda desde el cerebro (Keter), pasando por las demĂĄs Sefirot, hasta los pies (Maljut). Los nervios de la medula, con los cuales cuenta en su interior, son filamentos que se ramifican hacia los demĂĄs Ăłrganos y el resto de las partes de todo el cuerpo humano.Â
Simplemente estamos hablando de la morada del EspĂritu de Di-s, ya que Ăl mismo nos confesĂł que querĂa vivir dentro de nosotros... ÂżTal vez no me crees, o simplemente piensas que Ăl no lo dijo? Entonces sumerjĂĄmonos en las aguas eternales de la Tora, documento y estatuto que da confiabilidad de lo que aconteciĂł, perfecto testigo de que el Eterno hablĂł y escribiĂł con Su dedo esta palabra:Â
âY colocarĂ© mi morada enmedio de vosotros, y no se enfadarĂĄ mi alma de vosotros. Yo andarĂ© enmedio de vosotros, y serĂ© vuestro Di-s y vosotros serĂ©is mi pueblo.â LevĂtico (Vayikra) 26:11-12
âDarĂ© mi ley en su mente, y la escribirĂ© en su corazĂłn; yo serĂ© a ellos por Di-s, y ellos me serĂĄn por pueblo.â JeremĂas (Ierme) 31:33
âEl que tiene oĂdo para oĂr, oiga.â Mateo (Mattityahu) 13:9
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