El nombre de la parashah viene por la segunda palabra que aparece en el primer pasuk del texto hebreo: Veéleh HaMishpatim. Su mejor traducción sería “Y estas son las ordenanzas”. El hecho que tenga una “vav” que actúa como conjunción (sería como la “y” en castellano) previa al indicativo, muestra que estas ordenanzas (Mishpatim) son el resultado de todo lo que le precede, es decir, la Revelación en Sinaí y consecuentemente no podemos separarla de su raíz primaria porque de ella derivan. Si allá hubo relámpagos y truenos y shofar, acá sin duda se experimentó lo mismo. La conjunción nos permite asumir que fue una continuación del evento primario.
Inmediatamente después de los extraordinarios sucesos que tuvieron lugar al pie del Monte Sinaí que concluyeron con la entrega de los Diez Mandamientos vistos como el fundamento de toda la Torah ( su raíz), el Eterno revela una serie de “mishpatim” (juicios‐ordenanzas‐leyes) para bien de la justicia social de tal manera que la sociedad hebrea pueda ser un modelo al mundo en equidad, seguridad y prosperidad para todos. Estos “mishpatim” pueden ser categorizados como la ley civil para Israel, aun cuando tiene casos que pueden ser ubicados dentro de los parámetros de ley criminal.
Es importante recordar que hay una gran diferencia entre un caso civil y un caso criminal. Lo segundo, sin duda es mucho más grave porque implica la pena de muerte en algunos tipos de violaciones.
Entre los juicios o principios de justicia revelados se encuentran al menos los siguientes:
Ordenanzas sobre la servidumbre Ordenanzas sobre el secuestro y el asesinato
Ordenanzas sobre daños personales y a la propiedad. Ordenanzas sobre casos de hurto.
Ordenanzas sobre casos de custodia. Ordenanzas sobre préstamos, usura e intereses.
Ordenanzas sobre responsabilidades civiles en casos de familia, hechicería, residentes legales, y respeto a las autoridades.
Ordenanzas sobre falsos testimonios en una corte de justicia. Ordenanzas relativas al descanso semanal y al año sabático.
Ordenanzas relativas a ciertas formas de idolatría. Ordenanzas relativas a las tres fiestas peregrinas, Ordenanzas relativas a los límites territoriales del Estado.
En total, esta sección contiene 53 mandamientos, 30 de ellos negativos (Esto no harás) y 23 positivos (esto harás). Algunos poskim consideran que estas leyes civiles ya fueron conocidas oralmente por el pueblo, cuando el incidente de Mará, asunto que consideramos previamente en la parashah previa.
Se le advierte al pueblo contra la imitación de formas de adoración paganas para servir con ellas al Eterno.
Moshé levanta entonces un altar al pie del Monte Sinaí, se hacen sacrificios de paz y tomando parte de la sangre de los sacrificios, roció sobre ellas el altar mismo. Luego tomó Sefer Habrit (Libro del Pacto) y la respuesta del pueblo confirma la que había sido dado originalmente al pie del Monte Sinaí: “Haremos y obedeceremos los mandamientos de Eloha”.
Acto seguido, Moshé tomó la otra mitad de la sangre y la esparció sobre toda la Asamblea de Israel, la cual, simbólicamente quedó cubierta y sellada con la sangre del pacto.
Una vez confirmada la decisión de la Asamblea, Moshé1 sube hasta una de las terrazas naturales que había en el camino hacia a la cumbre del Monte Sinaí, acompañado de Aharón y setenta de los ancianos recién nombrados de Israel. Allá disfrutan de una experiencia espiritual única en su clase cuando tuvieron acceso a la gloria del Eloha de Israel, sin morir, y comieron y bebieron delante del Eterno.
Luego el Eterno llama a Moshé a que continúe hasta la cumbre del Sinaí donde el Eterno le entregaría las dos tablas de piedra donde se habían grabado los Diez Mandamientos. Josué, su secretario y servidor personal, como siempre, le acompaña en la ascensión mientras que los setenta ancianos y el resto son enviados para atender el campamento en la ausencia de su líder principal.
Cuando Moshé subió al monte, una nube de gloria lo cubrió por seis días. Al séptimo, el pueblo oyó cuando Eloha llamó a Moshé de en medio de la nube donde permaneció cuarenta días y cuarenta noches recibiendo todas las instrucciones necesarias para entender cada mandamiento con sus derivaciones y ramificaciones. Desde ahora, Moshé conocerá el propósito y significado de cada mitzvot muchos de los cuales pasará oralmente a su tribunal de justicia para que pudieran entender el sentido de cada ordenanza.
Esto constituye un resumen general del contenido de nuestra parashat semanal.
Naturaleza de las ordenanzas
Es evidente que estas ordenanzas (mishpatim) tienen la intención de mantener la paz social y la amistad entre toda la familia hebrea. Es imposible dedicarse de lleno al estudio de la Toráh rodeados de discordias, malos entendidos, y odios sin causa.
Solamente donde hay unidad y paz desciende la bendición.
En una casa donde reinan las discrepancias y las divisiones internas, no se puede en verdad estudiar apropiadamente la Toráh ni mucho menos asimilar su revelación. “Mirad cuán bueno y hermoso es habitar los hermanos juntos en armonía… porque allí envía el Eterno bendición y vida”. “Cuando llegó Shavuot, estaban todos unánimes juntos”. Es importante subrayar este aspecto que fue mencionado de paso en estudios previos. Al pide del monte Sinaí, no se dice: “Los hijos de Israel acamparon”, en plural, sino “Acampó Israel” en singular, dando a entender que habían llegado a una unidad del espíritu impresionante, donde cada cual pensaba en el bien de los demás no en el suyo propio.
Sin este ingrediente de paz interior es muy difícil estudiar Torá, aprender Toráh y vivir Toráh.
De ahí que todos estos mandamientos que siguen (Mishpatim) tienen como meta crear una sociedad pacífica donde todos puedan estudiar y vivir la Toráh. Y por ello son los primeros en entregarse. La paz de una comunidad no tiene precio. Aun en el exilio, se nos pide que colaboremos por la paz de la ciudad donde vivamos, porque “en su paz tendréis vosotros paz”.
Rav Shaul pedirá luego que se levanten súplicas y rogativos por los que gobiernan para que podamos vivir en paz y suplica a los creyentes de origen no judío a ser solícitos en guardar la “unidad del espíritu”.
Por tanto, el que causa “divisiones” luego de una y otra amonestación, debe ser cortado de la comunidad porque destruye su fundamento principal: la paz, sin la cual no podemos dedicarnos propiamente al estudio y obediencia de la Torá.
Una de las tácticas del opositor será entonces intentar destruir la paz. Que los líderes se dediquen a estar “apagando fuegos” para que no haya tiempo para estudiar y vivir Toráh. Es incumbente entonces que cada uno mire por este principio y haga todo lo necesario para que la paz reine a fin de que el estudio de la Toráh pueda tener éxito.
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