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Parashá 24 VaYikrá para mujeres

PARASHAH PARA MUJERES

23 Vayikra (y llamó)

Vayikrá (Levítico) 1:1-.5:26

Haftará: Yeshayahu (Isaías) 43:21-44:23

Código Real (Nuevo testamento) Matiyahu (Mateo) 1:1-3:17.


Comenzamos por la bondad del Eterno dos nuevos libros para este precioso Shabat. Vayikrá y Matiyahu; o Levítico y Mateo.


Una vez construido el Mishkan o Tabernáculo y la presencia del Eterno morando en él como aprobación para construirlo conforme al diseño que LE mostró en el monte Sinaí, HaShem Vaikrá (Y llamó) a Moshéh.

Tres veces el Eterno usa esta palabra en la Torah, para llamar a Moshéh:


La primera se encuentra en Éxodo 3:4; Y viendo el Eterno que se desviaba para mirar, lo llamó ןיקרא (Vayikra) Di-os en medio de la zarza, diciendo: ¡Moshéh!, ¡Moshéh!, y él respondió: ¡Heme aquí!


La segunda en Éxodo 19:3; Y Moshéh subió Di-os, y lo llamó ןיקרא (Vayikra) desde el monte diciendo:”Así hablarás a la casa de Yaakov (A las mujeres suave), y dirás a los hijos de Ysrael (A los hombres fuerte).


La tercera se encuentra en el comienzo de esta parashat que lleva el título del libro: Vayikrá (Levítico) 1:1; Lo llamó ןיקרא (Vayikra) a Moshé; y el Eterno le habló desde la Tienda de Reunión.


Al llamar el Eterno por su nombre a Moshé casi siempre dos veces repetidas: ¡Moshéh! ¡Moshéh! antes de dirigirle la palabra, le hace notar el afecto y la estimación que le tiene.


Este llamado a Moshéh, solo ocurre en estas tres ocasiones citadas, invitándolo a realizar el Eterno a través de él un acto histórico; por tanto es un acto muy solemne entre el Eterno y Moshéh, su siervo.


Anteriormente el Eterno lo llama para servirse de él y sacar o redimir a los hijos de Ysrael de la esclavitud de Egipto. En el segundo llamado, para entregar la Torah, o la instrucción, al nuevo pueblo redimido.


En el Texto de Levítico1:1; que estamos comentando el Eterno lo llamó de nuevo por su nombre para una tarea más elevada y consagrarse en adelante para la nueva misión: “Ve y enséñales a los hijos de Ysrael las leyes de la pureza y de la impureza, e instrúyelos en el culto de los sacrificios y forma a los hijos de Ysrael en “un pueblo de sacerdotes y una nación santa” para a través de ellos mostrar al mundo la instrucción recibida.


Levítico se le conoce como el libro de la santidad; todo gira alrededor del Tabernáculo y su funcionamiento por el servicio de los sacerdotes y los levitas en cuanto a los diferentes clases de sacrificios y ofrendas, fiestas solemnes etc.


Un dato interesante es que comienza este libro con la letra: א =Alev, reducida de la palabra Vayikrá ןיקרא y nuestros sabios nos enseñan que debemos acercarnos a él con humildad, pero ya que en los dos llamados anteriores no aparece la reducción de esta letra y debido al pecado del becerro de oro, el Eterno le dijo a Moshéh que Su Presencia se limitaría a Su ángel manifestada desde el Mishkán (Tabernáculo), el Texto nos muestra así con la alef reducida que el llamado dirigido a Moshéh no revestía el mismo carácter majestuoso que los dos anteriores al pecado.


Así como el Tabernáculo y todo lo relacionado con él enviaba un mensaje de santidad a los israelitas y los que se le añadieron a la salida de Egipto, ya que una sola Torah o instrucción fue dada en Sinaí para todos; así nosotras en este tiempo llamadas a existir, tenemos el llamado de santificar con la práctica de los mandamientos de la Torah que apliquen para nosotras las mujeres.


No olvidar nunca que la santidad debe comenzar por nosotras, debe pasar a nuestro matrimonio, transmitirla a nuestros hijos para llevarla a la comunidad donde asistimos y finalmente se manifestará en la ciudad o lugar donde vivimos, porque en nuestra práctica de vida la verán reflejada en nosotras.

Este ha sido el plan del Eterno desde el principio de la creación del primer hombre y la primera mujer.


Cómo fallaron, otra vez el Eterno comienza Su plan con Noaj (Noé) Nuevamente el hombre Le falla y llama a Avran, seguido de su esposa Sarai y por obedecer el llamado, les inserta la letra Hei de Su Nombre Sagrado y pasan de ser un matrimonio a una familia con un hogar bien estructurado que se nos muestra a través de su hijo Ytzjak (Isac), siguiendo por su nieto Yaacob (Jacob) y los doce hijos de este que formaron la descendencia o el pueblo de Israel, el elegido del Eterno entre todos los pueblos de la tierra para que ellos lo manifestaran a las demás naciones.


Tú salvación o redención la hizo por gracia el Eterno por medio de Su cordero en la persona de Yeshúa (Jesús), al igual que a los hijos de Ysrael por Su gracia los redimió de la esclavitud de Egipto.

Tu santificación y mi santificación, ya depende de nosotros si queremos santificarnos con la práctica de los mandamientos que apliquen para nosotras en toda nuestra manera de vivir, si en verdad deseamos con todo nuestro ser, espíritu alma y cuerpo, llegar a estar y ver al que nos dijo: vosotros seréis kedoshím (santos), porque Kadosh (Santo) soy Yo.


Con el permiso del cielo, bajo los méritos de nuestro santo maestro Yeshúa Ha Mashíaj y bajo la autoridad del rabí Dan y la Rabanit Yehudit y el permiso de mi esposo.

Que disfrutéis de la energía del Shabat.




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