“Consecuencia de la humildad es el temor al Eterno, riqueza, honor y vida.” Proverbio (Mishlé) 22:4
La humildad con paso de lagar encendido caminaba por los cristales cutáneos del rocío de la mañana, sus pies eran ungidos por el frescor de las aguas que flotan; mientras que el silbido de la flauta de pan entonaba los verbos cromáticos con una sutil y desinhibida melodía impregnada de sol, con caricias de luna nueva.
Los pliegues de las aguas sin alisar jugueteaban a hacerse pequeñas montañas transparentes, que se deslizaban al capricho del viento noreste; esbozaban una discreta sonrisa que se escuchaba como el sonido de las muchas aguas...
La humildad es tan frágil que el libro de las historias narradas y por contar, asignó como guardián, con armadura de plata, a uno de los pensamientos del Hacedor de los hacedores, que cuando entra en acción dice a los universos los versos guardianes que recitan a todo eco: “...Bástate mi gracia; porque el poder se perfecciona en la debilidad.”
La humildad es como la vieja y silenciosa carreta del anacoreta, que no hace ruido porque está cargada con el peso de los verbos, sustantivos preñados de artículos sin predicar, adjetivos que se cuelgan de la primera persona y la última persona del singular, también como el afilador de tijeras, machetes, espadas y cuchillos que va gritando a los cuatro vientos del plural: ¡Afilo, afilo todo lo que corte! ¡Todo lo que corte afilo!!
Revisemos con pausa, al compas y a la sincopa de la ruidosa y silente humildad irreverente que se atreve a cruzar en medio de la tempestuosa contracorriente, circunstancia que hace caso omiso al refunfuñar del engreído y casi inalcanzable inverosímil...
La humildad es una virtud independiente de la posición económica o social. Una persona no se siente superior o inferior a nadie, sino que siente el mismo respeto por todas las personas de su entorno y sabe valorar sus esfuerzos. La persona humilde está abierta a aprender de los demás para crecer y mejorar. La humildad también se refleja en el deseo de ayudar a los demás, la generosidad es una de las muchas características altruistas de la humildad. Ser humilde no implica dejarse humillar, pues la humildad no supone una renuncia a la dignidad propia como persona. Ser humilde es entender cuánto vales, que eres un propósito previamente establecido y no un error como te lo han querido hacer creer... Negociaste con el Adon del universo y pactaste tu propósito, misión y destino con Él aquí en la tierra, por lo tanto, dicho propósito, no es negociable.
Solo Hashem lo sabe todo, el que te creó y que sabe lo que tú no sabes. El único que sabe cuántos cabellos sembró en tu cabeza y nadie más. Nuestro Santo Ribi, Yeshúa HaMashiaj de la Casa de David dijo:
“Pues aún vuestros cabellos están contados. Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos. A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.” Mateo (Mattityahu) 10:30-32
La humildad aún sigue navegando en medio de las aguas de los pensamientos eternos acompañado del bote cardinal hecho de madera de sabiduría, calafateado con esencia de inteligencia que te invita a embarcarte y surcar los mares del entendimiento, entendimiento que no es el tuyo; sino que son pensamientos que caminan sobre la faz de las aguas que no se ahogan ni dan paso atrás, porque sus pensamientos son los pies que trazan el circulo de la magna existencia terrena y eterna; donde el compas de la vida va más allá de la vida...
“Y el Espíritu de Di-s se cernía sobre la faz de las aguas.” Génesis (Bereshit) 1:2
Sus pensamientos siguen caminando en lo seco y lo mojado, sobre las aguas verticales y horizontales que reposan por encima de los planetas, galaxias, pléyades, constelaciones y todos esos planetas que flotan y penden en la concavidad de los universos sostenidos tan sólo por un pensamiento Suyo...
“Porque no son mis pensamientos como son vuestros pensamientos; ni vuestros caminos como mis caminos, dice el Eterno. Porque, así como está alto el cielo de la tierra, así están altos mis caminos de vuestros caminos, y mis pensamientos de vuestros pensamientos.” Isaías (Yeshayahu) 55:8-9
“Consecuencia de la humildad es el temor al Eterno, riqueza, honor y vida.” Proverbio (Mishlé) 22:4
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