Proverbios: El Artesano
- Yehoshúa Villarreal

- hace 6 días
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El Artesano” del Baal Korej Yehoshúa Villarreal enseña que la sabiduría divina nace cuando aprendemos a oír con el alma y amar con la esencia del Eterno.

“Yo a los que me aman amaré, y los que me buscan me encontrarán. La riqueza y el honor están conmigo, una fuerte fortuna y rectitud.” Proverbios (Mishlé) 8:17-18
Cuando la nada prestó el vacío de su lienzo inexistente, el Artista de los “Haceres”; inspirado en el diálogo milenario donde reposan los depósitos de las palabras, los versos, prosas y pensamientos que dan vida a la vida, y a la incontenible creación perpetua de Su mente indescriptible; germinó la semilla universal más allá de este tiempo... y de otros tiempos que aún no han sido llamados, y serán llamados a la existencia a su debido momento. Embrión sustantivo del amor que no termina, no languidece, ni se olvida, porque hoy la voz, es Su voz...
Y con el lienzo del pintor anhelante inspirado, comenzó a plasmar el arte de la creación con pinceladas de incontenible soplo de eternidad.
El susurro de Su voz, en medio de un silencio absoluto, parece retozar con las campanas que resuenan en el tímpano del templo, donde se dan cita el oír y el amor como amigos inseparables y con afinadas trompetas que llaman a la Sabiduría, y que limpian e iluminan su largo caminar...
La palabra Shemá (Oír) con alas de resiliencia no menguó, ella presta sus oídos para escuchar los mandatos que surcan los cielos de abajo y de arriba. Enseñan a un pueblo que clama día, noche y trasnoche: ¡Shemá Israel, Adonay Elohenu, Adonay Ejad! ¡Escucha Israel, el Eterno, nuestro Di-s, uno solo es!!
Oír, escuchar es uno de los más altos estándares del conocimiento, tanto de abajo como de arriba; uno alimenta el cuerpo, y el otro alimenta el alma. Entonces, los mensajes que descienden de lo alto, vuelan por los espacios indeterminados del soplo del viento que se introduce y pasea por los remolinos de los silbidos del aire. Viaja hasta las escarpadas cavernas mentales de aquel que aprendió a oír-escuchar y edificar, al instante y en nuestros días, columnas eternales aplicables para estos tiempos aciagos. Escrito está:
“La fe viene por el oír y el oír por la Palabra de Di-s.” Código Real Romanos 10:17
“Ahora pues, si escucharéis atentamente mi voz y guardaréis mi pacto, seréis para mí un tesoro especial sobre todos los pueblos, puesto que mía es toda la tierra...” Éxodo (Shemot) 19:5
“Entonces los que andan según la Tora resplandecerán como el sol en el Maljut de su Padre. El que tiene oídos espirituales oiga.” Mateo (Mattityahu) 13:43
“Oigan todos los pueblos, preste atención la tierra y lo que está en ella; y sea el Señor, el Eterno testigo sobre ustedes, el Señor, desde su atrio Sagrado.” Miqueas (Micah) 1:2
En cuanto a lo concerniente a estas dos palabras claves; OÍR-AMOR, que protagonizan este escrito y que parece invitarte a VER con la indagante lupa de la gematría, para así descubrir lo que se esconde en la exégesis de la Palabra hebrea. De esta manera sumergirte y empaparte en las aguas verticales del conocimiento intemporal del Eterno, que te conduce o te transporta a las elevaciones más contundentes del conocimiento de Hashem, cuando Él mismo dice:
“Clama a mí, y Yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas, que tú no conoces.” Jeremías (Iermeia) 33:3
Veamos a continuación lo que encontramos en estas dos poderosas palabras que nos muestra la ciencia de la gematría:

Observemos detenidamente el valor gemátrico de la palabra שמע (oye) = 5. Vemos que este valor hace alusión a los cinco sentidos del ser humano; pero hace énfasis, en especial, al sentido del oído. Este ejercicio nos deja ver su valor revelado en el OÍR, y no en otro sentido de los cuatro restantes: vista, olfato, tacto y gusto. Y... ¿Por qué? La respuesta es simple; porque somos tardos para oír y ligeros como la gacela para hablar. Es decir, decides tozudamente negarte a oír, decisión que detiene el crecimiento biofísico espiritual y así te lleva a abortar una relación con el Di-s Altísimo. Los terrícolas no han entendido el desarrollo fecundador que conlleva el OÍR para sus vidas, ya que, si lo hicieran, desarrollarían la capacidad de escuchar la voz suprema de la Palabra viva de Di-s, que desciende a diario para edificar y conectar tus dos vidas: la espiritual y la terrenal. Esto hará que tengas una relación diaria con el Eterno. Dicho de otra manera, la relación con Él será tan estrecha e íntima, que cada día te dará la agenda, la tarea del quehacer de todos los días, hasta el final de toda tu vida.
Nuestro Santo Ribí dice: “No hago nada que no me mande a hacer mi Padre que está en los cielos.” El peor error que se comete es que “hablas” primero y “piensas” después. Y la fórmula es a la inversa: “Primero piensa, y luego hablas” (Si es necesario) Como está escrito: “Hasta el necio, cuando calla, se le cuenta por sabiduría.”
Algo más que conlleva este análisis, es que el valor del OÍR es cinco, que emula los cinco libros de la Tora, cuyo contenido es una guía a nuestro estilo de vida. Pero es necesario finalizar con una palabra clave, la cual es competencia de este escrito: AMOR. El amor es la totalidad, la esencia fundamental de los cielos y la tierra y toda la creación. El ADN del Eterno es el amor; sustancia infinita e inacabable, porque Hashem es esa sustancia inefable y singular llamada AMOR. Escrito está: “El que no ama, no ha conocido a Di-s, porque Di-s es amor.” Si lo traemos nuevamente a colación, podemos discernir el contenido matemático que describe la palabra AMOR y su código gemátrico es 4. Este número cuatro nos remite a los cuatro puntos cardinales que clasifican al planeta Tierra (Norte, Sur, Este y Oeste). Parece anunciar el amor al prójimo, a nuestro Padre de los cielos, al Mashiaj. Es uno de los fundamentos más altruistas que sube al Aba Kadosh y lo impregna del amor terrenal que ha sido sembrado en cada uno de nosotros, para hacerlo descender en cada pensamiento de los habitantes de este flotante globo azul.
Encontramos el número cuatro en los tzitziyot que el Eterno, en Deuteronomio (Devarim) 22, les asignó a los hombres de su pueblo Israel; el Eterno ordenó que se colocaran una prenda de cuatro esquinas, la cual hace remembranza a los cinco libros de la Tora, en los cinco nudos de cada tzitziyot. Representa a la tierra en su totalidad y a sus habitantes. También está escrito: “Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos.” Cantar de los Cantares 8:7
“El amor es sufrido, es benigno, el amor no tiene envidia, el amor es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta; el amor nunca deja de ser...” 1ª de Corintios 13:4-8
“Y amarás al Eterno tu Di-s con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y más grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Mateo (Mattityahu) 22:37-39
Tu prójimo es el más cercano a ti... ¡Tu familia! Esa misma que un día elegiste antes de entrar al vientre materno y a la placenta de este hermoso planeta Tierra... y que pactaste con el Hacedor de todo lo creado y lo increado... Por eso: ¡Oye y Ama!!
¡Que viva el AMOR!
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