“Hijo mío cuida mis dichos, y mis preceptos guarda contigo. Cuida mis preceptos y vive, y a mi ley cuida como la pupila de tus ojos. Átalo en tus dedos, escríbelos en la tabla de tu corazón. Di a la Sabiduría: “Mi hermana eres tú”, y “pariente” al entendimiento llama”. Proverbios (Mishlé) 7:1-4
Alfarero de los tiempos, Tú modelaste con el barro del silencio antes de la nada a la bella Dama, la de traje de seda hecha con el telar de las estrellas del magno firmamento antes que existiera. Sus movimientos de grácil soltura como el vals del lago de los cisnes, se hace presente en los cuatro tiempos a la vez; presente, pasado, futuro y eterno.
Su belleza no conoce a la ausencia, porque siempre estás presente junto al verbo que no calla. Fuiste creada con la mirada enamorada que traspasa el alma y los latidos del corazón como el tamborilero de la mañana, que daba rienda suelta a la sinfonía más exquisita con sabor a eternidad cantoril.
Pero su creación no estaba completa y dijo el Alfarero:
- Aquí falta algo - comentó hablándole a Su voz-.
Y respondió Su voz:
- ¿Qué le puede faltar a tanta belleza del saber incesante?
Y el Hacedor, como buscando en el libro de Su mente, dijo:
- ¡Si! Un nombre que conjugue la totalidad de la existencia. Se llamará Sabiduría.
La Sabiduría le miró con sus azules ayeres de sus ojos llenos de preguntas silentes, más allá de las fronteras del saber...
- ¡Sí! Si, Sabiduría será tu nombre, que en hebreo es Jojmá
El número 7 te acompañará donde quiera que vayas; por ello, en tu nombre se encuentran encriptados Mis siete Espíritus, siete lámparas que navegarán contigo por todos los mares de Mi Palabra, farol que alumbrará tus caminos desde ahora y para siempre. Serás la guardiana de Mis preceptos en todos los tiempos, bella Dama...y amada Sabiduría.
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