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La épica Creación de la Septuaginta LXX

Adentrémonos en los meandros de la antigua Alejandría ptolemaica del siglo III a.M., un crisol cultural donde convergían la riqueza de la tradición judía y el esplendor de la cultura griega. En este contexto, surge la figura del rey Ptolomeo II Filadelfo, un monarca erudito con una apreciación particular por la riqueza cultural.


El deseo del rey de agregar los textos sagrados judíos a la Biblioteca de Alejandría, un centro de conocimiento en expansión, marca el inicio de la épica creación de la Septuaginta. Esta traducción al griego de los textos hebreos busca no solo satisfacer la curiosidad cultural, sino también nutrir el diálogo entre las dos comunidades.


La "Carta de Aristeas" se alza como la crónica primordial de este evento, describiendo el viaje de embajadores a Jerusalén para obtener permiso del sumo sacerdote Eleazar. Estos enviados llevaron consigo los rollos del Tanak (Antiguo Testamento), con la intención de realizar la traducción en Alejandría. La historia nos narra que setenta sabios judíos, seis de cada tribu, fueron seleccionados para la titánica tarea de generar por primera vez en la historia de Israel una traducción de los escritos sagrados que hasta el momento se conservaban en hebreo y arameo.


La traducción no tuvo lugar en cualquier sitio; la isla de Pharos, frente a las costas de Alejandría, se convirtió en el escenario de este monumental proyecto. La duración de 72 días, simbólica y mística, llevó a la creación de la "Septuaginta", nombre que denota la colaboración sobrenatural entre los sabios.


Si bien la "Carta de Aristeas" proporciona una narrativa cautivadora, la historicidad precisa ha sido motivo de análisis y debate entre los eruditos. Algunos sugieren que la historia podría contener elementos más legendarios que puramente históricos, instando a un examen crítico de los detalles.

La recepción de la Septuaginta entre los judíos de habla griega fue inmensa. Esta traducción no solo facilitó el acceso a las Escrituras para aquellos que no comprendían el hebreo, sino que también se convirtió en un puente cultural entre las comunidades judía y griega. La influencia trascendió las fronteras culturales, extendiéndose a los primeros cristianos que la adoptaron en sus escritos.


Por otro lado, esta nueva versión griega de los escritos sagrados causo divisiones entre los líderes judíos de aquella generación, ya que se abría una ventana al mundo gentil, fomentando la inclusión cultural del mundo griego y el helenismo, religión pagana que tarde o temprano terminaría por influenciar en la espiritualidad y vida social del pueblo hebreo.


La Septuaginta es un testimonio de esta apertura cultural y espiritual entre las dos culturas y serviría cómo contexto para entender la influencia griega en la época en que el mesías aparecería en la escena histórica. El proceso de traducción culmino con los libros de I Esdras, Sabiduría, Eclesiástico, Judit, Tobías, Baruc, la Carta de Jeremías, 1-2 Macabeos y fragmentos de Ester (10, 4-16; 24). Los cuestionamientos a la "Canonicidad" (autoridad y fidelidad de los antiguos libros sagrados) de la Septuaginta aparecieron tardíamente sobre el siglo primero. Los líderes del partido Fariseo (Perushim), la tradición dominante tras la trágica rebelión de los judíos contra los romanos entre los años 68 y 70 D.M., descartaron estos libros "tardíos" después de la catástrofe que sufrieron bajo las armas romanas.


A medida que los siglos avanzaron, la Septuaginta experimentó revisiones y variantes, destacando la importancia continua de este texto en la historia textual. Aquila, en el siglo II d.M., se destacó al realizar una revisión que buscaba una traducción más literal.


Aunque los manuscritos originales de la Septuaginta se han perdido en gran medida, los descubrimientos en los Rollos del Mar Muerto han aportado fragmentos que arrojan luz sobre la diversidad textual y las variaciones de esta traducción antigua.


En resumen, la historia de la Septuaginta, arraigada en la vibrante Alejandría, es un relato fascinante de colaboración cultural y lingüística entre el mundo judío y griego. Su legado resuena en la historia de la fe judía y su influencia en la tradición cristiana primitiva, recordándonos la riqueza de la intersección entre la fe, la cultura y el lenguaje en el pasado antiguo.


Hoy en día el texto de la Septuaginta es conocido por sus siglas LXX y son fundamentales en el estudio académico del Tanak y el Código Real.

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