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Ocho kandelikas

Foto del escritor: Rabanit Rajel bat AmielRabanit Rajel bat Amiel
Descubre la historia de Flory, una niña valiente que, junto a su familia, enfrenta la adversidad con esperanza y amor.

Shalom Yeladim ve Yeladot. Hoy les quiero contar la maravillosa historia de una niña llamada Flory. La conocerás cada vez que enciendas una kandelika. La historia lleva por título: "OCHO KANDELIKAS" y vamos a leer una historia cada noche de Janucá.


En un tiempo lejano, la familia Altaras vive en Al-Andalus, donde la alegría y la música llenan sus días. Pero cuando un rey envidioso decide separarlos de su hogar, Flory y sus seres queridos emprenden un viaje lleno de desafíos y descubrimientos.


A medida que recorren nuevos caminos, llevan consigo un tesoro invaluable: las llaves de su hogar y el Ladino, la lengua que une su historia. En cada kandelika que encienden, se iluminan las memorias de su pasado y la promesa de un futuro lleno de amor y amistad. Acompaña a Flory en su travesía para descubre cómo la esperanza y la fe (Emunah) pueden brillar incluso en los momentos más oscuros.

 

 

1° kandelika.

Los Altaras

 

Shalom amiguitos, hace muchos años, en un lugar del mundo llamado Al-Andalus, en Sefarad (España). Vivía una familia llamada los Altaras. Eran muy alegres, les gustaba compartir con todas las personas del pueblo.

 

Siempre cantaban y bailaban en las fiestas, pero, un día, llegó a ese país un rey que no era feliz, y no le agradaba ver a la gente ser alegre y agradecida.

 

Este nuevo rey sintió envidia de ver a la gente feliz, y preguntó: — ¿Por qué estas personas son tan felices? 


Los ministros le dijeron: 

— Su Majestad, ellos son felices porque creen en el Di-s de Israel.

—¿Qué? —dijo el rey. — ¿Quién puede creerse más que yo?

Se puso de pie y le dijo a sus escribas: 

— ¡Quiero que averigüen quién es esta gente y les quiten todas sus pertenencias y que sean expulsados de mis tierras!


Entonces los escribas del rey redactaron un edicto de expulsión hacia los judíos. Una mañana la familia Altaras tuvo que coger sus pertenencias y salir huyendo para evitar que les hicieran daño. Ellos se pusieron muy tristes porque tenían que dejar sus hogares y a todos sus conocidos. Y así fue como comenzó su travesía, viajaron primero a Turquía y luego a Bosnia..


Mañana, al encender la segunda Kandelika les contaré sobre un tesoro muy grande y a la vez pequeño que ellos llevaron consigo. Los estaré esperando.

 

2° kandelika.

El gran tesoro

 

La familia Altaras, llevó consigo un tesoro al que cuidaban mucho. Ese gran tesoro eran las llaves de las puertas de su casa, pero tenían las esperanzas de regresar algún día a su hogar. Y el otro tesoro que llevaban en su corazón era el Ladino.


— Ustedes se preguntarán: ¿Y, qué era el Ladino?


Pues les diré que era la lengua materna de los Sefardíes, los judíos de España.


— El Ladino era un idioma que estaba compuesto por varios idiomas: el español, el hebreo y el árabe. Una mezcla de la que quizás en algún momento tus antepasados también habrían hablado este hermoso idioma.


Hoy les mencionaré algunas palabras en Ladino: 


— “Kandelicas”, que significa: Candelitas. “Nona”, que significa: Abuela. “Nono”, que significa: Abuelo. “Esnoga”, que significa: Sinagoga, ¿sabías que en ladino no se dice: Dios altísimo, sino, “Dio altísimo”?

— ¿Qué les parece? ¿Han oído o dicho estas palabras alguna vez? Como podemos ver, el idioma ladino que hablaban nuestros antepasados (los judíos sefardíes), era un idioma muy similar al idioma español.


Con estas palabras en Ladino me despido por hoy; hasta mañana.  Sigamos disfrutando de Janucá. 

 

3° kandelika.

Vlasenica

 

Luego de viajar por mucho tiempo, la familia Altaras, llegó a una aldea llamada Vlasenica. Esta aldea estaba ubicada en una montaña muy hermosa y las familias que vivían allí eran muy alegres y compartían los unos con los otros.


Lo más importante era que vivían en armonía. Allí la familia se desarrolló y, pues, se convirtieron en una familia numerosa. Fue en esa hermosa aldea donde nació una linda y dulce niña llamada: Flory.


Flory creció con muchas personas en la aldea; había niños judíos, niños cristianos y también había niños musulmanes. Todos ellos con sus familias, cada uno practicaba una religión distinta.


Lo más importante era que todos convivían juntos y trabajaban en armonía, manteniendo el respeto entre ellos. Se tenían tolerancia y consideración, a pesar de sus distintas creencias.


Flory era una niña muy educada, le gustaba mucho cantar y escribir canciones. En la aldea no podía faltar la alegría de la familia Altaras y las enseñanzas del Nono y la Nona, quienes siempre compartían historias fascinantes y momentos inolvidables.


Todos los niños de la aldea se sentaban juntos a escuchar lo que decían los Nonos y las Nonas, llenos de curiosidad y emoción por las historias maravillosas que compartían. Yo sé que ustedes también aman mucho a sus abuelitos y disfrutan escuchar sus cuentos llenos de alegrías.


Hasta mañana, amiguitos. Vamos a esperar qué nos van a decir los abuelos.

 

 

4° kandelika.

La Nona y el Nono

 

Amiguitos, sé que ustedes como yo amamos a nuestros abuelos. Y a cada uno de ellos les tenemos una forma tierna de llamarles. Pues Flory les decía a sus abuelos Nona y Nono. Ella los amaba mucho.

Sus abuelos eran maravillosos; la Nona llenaba el corazón de Flory con lindas canciones que acompañaba tocando la guitarra. Además, le enseñaba con amor las tradiciones de nuestro pueblo: cómo besar la mezuza, encender velas de Shabat y hacer Tefilah (oración) en todo momento de dificultad o agradecimiento.


También le enseñaba a coser vestidos y a bordar. Pero sobre todo, lo más importante fue que la enseñó a amar la Torah y a tener fe en Di-s sin importar las circunstancias que se estén viviendo.


Cada viernes antes de Shabat, la Nona preparaba cestas llenas de frutas y alimentos para compartir con los vecinos más necesitados. La Nona le enseñó a Flory el valor de la Tzedaka, y le decía que no espere a que te den las gracias; siempre que pueda dar algo, hazlo con un corazón alegre, y dirás: “Estoy agradecida con Dios por poder ser parte de esta bendición.”


Dijo Flory a su Nona — ¡Guao, qué enseñanza tan hermosa! Todo esto me llena el alma y el corazón con una energía espiritual mas bella que me hace sentir muy feliz.


Me despido por hoy, mañana será un nuevo día para encender la Janukia. 

 

5° kandelika.

Flory y su armónica

 

Había llegado uno de esos días donde Flory estaba recostada junto a su Nona, escuchando sus historias. A la vez su Nona le mostraba sus tesoros y le decía:


— Me gustaría regresar a mi casa y llevar mi llave para abrir la puerta hermosa de mi hogar y entrar de nuevo a mi casa.


Flory estaba muy feliz de escuchar a su abuelita, pero a la vez no, ya que ella no quería irse nunca de Vlasenica, la aldea que la vio nacer. Allí ella estaba feliz porque estaba junto a su tiyas (tías), tiyos y primos, en realidad no le hacía falta nada.


Pero, llegó uno de esos días, donde escuchó a sus padres decir: “tenemos que mudarnos porque Flory está creciendo y queremos que vaya a una escuela donde pueda estudiar, aprender valet, pintar y también seguir tomando clases de música que tanto le gusta.” 


Flory se puso muy triste porque ahora, si era cierto que dejaría al resto de su familia y tendría que mudarse. Sus padres, al verla tan triste, le compraron una “Harmoniku” (acordeón).


Fue así como Flory a través de las melodías del acordeón, mantuvo vivo el amor por sus Nonos, por sus tíos, primos y amigos. Y por algo muy especial que hacían todos los viernes antes de llegar el Shabat. ¿Vamos a ver quién me puede decir que hacían todos los viernes antes del Shabat?

— Hacían Tzedakah. ¡Repartían cestas de frutas y alimentos con los más necesitados!


Hasta mañana que pasen una buena noche, mañana continuamos con esta hermosa historia.

 

6° kandelika.

El reencuentro

 

Llegó una época muy dura para el mundo, había estallado una guerra terrible, la Segunda Guerra mundial, era el año 1941, como todos sabemos, fueron momentos muy tristes para nuestro pueblo judío y también para muchas personas que no pensaban igual que al dictador Hitler (que su nombre sea borrado de la tierra). La vida se había vuelto muy difícil tanto en la aldea de Vlasenika, como en la ciudad donde actualmente vivía Flory. Esa ciudad se llamaba Zagreb. 


Fue un momento muy difícil para la vida de Flory y tuvo que separarse de sus padres. Aunque ella era muy jovencita, tuvo que ser valiente y despedirse de sus padres. Ellos le compraron un boleto de tren para otra ciudad llamada Split. Los padres y Flory se prometieron volver a encontrarse en esa ciudad. 


Su padre, antes de despedirse de Flory le dijo: 

— No hables con nadie y menos en Ladino… Solo toca tu acordeón… Toca canciones de Bosnia y Croatas, y recuerda hacer un viaje placentero con las hermosas melodías que solo tú sabes tocar.


Flory hizo como su padre se lo pidió, tocó su acordeón durante el viaje y las personas estaban felices, aunque su corazón estaba por dentro muy triste. Pero el Eterno, que es bondadoso y maravilloso, le dio un hermoso regalo. Pudo llegar viva a Split y sus padres pronto pudieron llegar y se reencontraron. En ese lugar vivieron como refugiados, sin casa y sin saber qué les podría pasar. Y lo más triste, sin saber qué les podría haber pasado a sus familiares que se habían quedado en Vlasenica. 


Cuando la guerra terminó, Flory y sus padres supieron que casi ninguno de sus familiares había sobrevivido. La tristeza tocó sus corazones. Fueron momentos muy oscuros para su familia. Pero llegó una gran luz que iluminó el camino de sus padres y de ella. 


Cuando enciendas las kandelikas de tu Janukia y veas su hermoso esplendor, piensa en Flory y sus nonos, que siempre mantuvieron su alegría y paz.

 

7° kandelika.

Janucá es luz

Había llegado el momento más difícil para la familia y para Flory, estaban viviendo momentos de dolor; sus nonos ya no estaban, sus tiyas y tíos ya no podían escuchar la música que ella tocaba con su acordeón, la llave de la felicidad estaba en silencio, todo se sentía como si las estrellas del cielo habían dejado de brillar. 


Un nuevo día había llegado para Flory, el dolor la motivó a agradecer al Eterno y comenzó a tocar su armónica, los pájaros le comenzaron a acompañar en su cantar; las olas del mar levantaban el barco que les llevó a su nuevo hogar.  


No pudo llevar las llaves de la casa familiar de los Altaras, pero sí llevó la llave del amor, de la paz y de la esperanza de un nuevo comenzar.


Las luces de la Janukia iluminaron su camino y llenaron su hogar de luz. Nuevamente, la alegría volvió a su corazón. Todo lo que sus Nonos le enseñaron, ella comenzó a ponerlo en práctica y a transmitirlo, porque su amor por su familia y por aquellos que no eran su familia era todo para ella.


Flory sabía que debía transmitir a la nueva generación la esencia y los valores de la vida, así como la fe que caracterizaba a la familia Altaras.


 Mañana, encendemos la última velita de esta hermosa festividad llamada Janucá. Estoy muy emocionada de compartir contigo esta hermosa historia.

 

8 ° kandelika.

Ama a tú prójimo.

 

Hemos llegado al final de la historia de Flory; nos dejó una linda canción “ocho kandelicas”, para que en este Janucá y en todos los siguientes, demos honor a su vida cantando y haciendo feliz a nuestra familia, recordando el amor por nuestra fe, y viendo los milagros que hace Di-s en nuestras vidas. 


Que las personas que estén a nuestro alrededor vean la luz con nuestra forma de ser. Que seamos niños y niñas felices, que no necesariamente veamos en Janucá un tiempo de solo regalos, sino que veamos en esta festividad una oportunidad para dar amor, paz y esperanza.


Y por sobre todas las cosas, que podamos compartir con nuestro prójimo la alegría que nos da la luz de la Torah.

 

SAMEAJ JANUCÁ.

Autora: Raquel Cáceres.

Basado e inspirado en el libro la llave de España.

En honor a la autora de la canción "Ocho kandelikas."

 

 

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